Por no ponerse colorado un día…
Por no ponerse colorado un día…
Hace algunos años y luego de presiones organizadas, Chile aceptó entrar a un proceso constituyente, sin que la población lo pidiera. La población quería mejoras en las pensiones, educación, vivienda y salud entre otros temas, y en vez de enfrentarlos e introducir cambios relevantes en estas áreas, los políticos entregaron la constitución. Hay señores que aún tienen que dar la cara, sin embargo, son los propios chilenos, con sus votos los que deben pasarles la cuenta. Lamentablemente con nuestra desidia permitimos que esta situación siga avanzando. Así y todo ya sumidos en el proceso constitucional, nos farreamos la oportunidad de contar con un texto constitucional moderno, para los próximos 100 años.
Con o sin una nueva constitución, debemos reconocer que Chile cambió y ya no es el país que buscaba colonos en Europa para ocupar territorios deshabitados a mediados del mil ochocientos y no es el país quebrado de los años setentas. Hoy Chile puede mostrar un camino plagado de éxitos y aún tiene posibilidades de seguir siendo un faro para América Latina. Tenemos que despertar del letargo y de la comodidad de nuestras posiciones y enfrentar el discurso populista y vacío, que nos enfrascó en un proceso constitucional que no buscábamos, con un gasto que superó los 150 mil millones de pesos, y que al final lo único que logró fue dejar a una población convulsionada, crispada y paralizada frente al aumento del narco, de la delincuencia, de la corrupción y del crimen organizado.
Hoy Chile tiene que lamerse las heridas y enfocarse en lo importante. Tenemos la oportunidad de levantar la voz de la libertad que nos hizo ser el mejor de Latino América. Tenemos la oportunidad de enfrentar el crimen y la oportunidad de retomar la inversión, el crecimiento y el liderazgo regional, de la mano de los propios chilenos. Para ello se debe desechar el odioso discurso de la “desigualdad” y adoptar en el discurso de la libertad para emprender y crear empleo. Hoy los chilenos debemos levantar la voz con fuerza y coraje, en defesa de la propiedad privada, condenando a usurpadores, que tienen miles de hectáreas ocupadas ilegalmente o tomadas, producto de la inoperancia del Estado en estas materias. Hay que enfrentarlos y ponerse colorado de una buena vez por todas y hacer cumplir la normativa vigente y exigir al Estado hacerse cargo. Al relativizar la propiedad privada, se están frenando decenas de inversiones nacionales y extranjeras, de proyectos agrícolas, con el consiguiente estancamiento del empleo y crecimiento.
Hoy tenemos un país angustiado por las circunstancias, pero con un gran corazón latiendo. Si a esto le sumamos la resiliencia que nos caracteriza y el conocimiento del camino del éxito, con una actitud positiva y sin quejas, podemos retomar el camino abandonado y ser protagonistas del futuro de nuestro país.
Michel Junod López
Med. Veterinario
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